Cecilia Barrionuevo is a programmer for the Mar del Plata Film Festival and co-editor of the film publication Las Naves Cine.
Marcelo Alderete also programmes for Mar del Plata and writes for the magazine Haciendo Cine as well as Encerrados Afuera.
Fernando Birri’s ORG from 1979 is being screened at this year’s Forum. The director bequeathed Arsenal a 35-mm print of his film that was digitised as part of the “Living Archive” project.
Cecilia Barrionuevo is a programmer for the Mar del Plata Film Festival and co-editor of the film publication Las Naves Cine.
Marcelo Alderete also programmes for Mar del Plata and writes for the magazine Haciendo Cine as well as Encerrados Afuera.
“There are works that benefit from not being understood.” – Simon Leys
Fernando Birri is a very a well-known figure, often more so than his films. He founded important film schools in Argentina and Cuba and, after studying in Italy, produced films that helped shape an entire era, such as “Tire Dié (Toss Me a Dime)” (1960) and “Los inundados (Flooded Out)” (1962). And although the success of his later work never lived up to that of his early films, his name continued to be associated with what was termed “New Latin American Cinema”. This is a fate shared by many directors, whereby one or two successful films end up obscuring the rest of their filmographies. Yet ORG (whose title is now associated with Internet domains, but which originally alluded to the words organ, orgasm, and orgy) is more than just a forgotten film. It’s a film that even seems to surpass the writer’s most famous work and perhaps even his ideas on cinema. In the words of Birri himself: “It’s the only film I ever made for myself.”
The synopsis of the film, a truly bizarre adaptation of Thomas Mann’s “The Transposed Heads”, gives us an idea of its outlandish plot (the challenge to the audience: try to follow the narrative), but merely acts as a kind of guide for all the many other excessive ingredients that make up ORG.
“Some years after the explosion of a mushroom cloud, a black man named Grrrr helps his white friend Zohommm to seduce his beloved Shuick; a love triangle ensues. When Zohommm later becomes jealous, he consults an electronic sibyl about his woman and friend. She confirms his suspicions and, in despair, he cuts off his head. Grrrr, his black friend, finds him dead and also kills himself. When Shuick discovers them, she tries to jump off a cliff, but is stopped by the electronic sibyl, who brings the two friends back to life. Shuick is reunited with the two men, but their heads have been switched, swapped (in brackets: by mistake or not?) and a dispute arises between the two bodies to decide who will now get the woman. Is a man his head or his sex? This is more or less the question the film leaves open.”
There are many other remarkable aspects to ORG: its production started in 1968 (this is no coincidence) and lasted ten years, eight months, and fourteen days. Its producer and protagonist is Terence Hill (famous for his character Trinity, whom he played in dozens of Spaghetti Westerns). Six directors of photography are listed in its credits (including unknown cinematographers alongside more celebrated names such as Ugo Piccone and Mario Vulpiani). It is dedicated to three people whose names simultaneously offer clues and sow confusion: Georges Méliès, Wilhelm Reich and Ernesto “Che” Guevara. It also includes archive material featuring Jean-Luc Godard, Herbert Marcuse, Jonas Mekas, Glauber Rocha, and Roberto Rossellini.
Despite everything seeming like nonsensical delirium, Fernando Birri’s motivations were very concrete: to achieve a state of complete freedom. To do everything he had been told could not be done; a film so free of all constraints that its reels could even be projected in different orders (an idea and narrative style borrowed from Julio Cortazar’s novel “Rayuela (Hopscotch)”) and its audience could go out for a smoke or to the bathroom and still return to the experience. An experimental fiction film with highly original ideas about the use of sound, photography, and the belief that madness and rigor could go hand in hand, a film that challenged all established notions of shooting and editing. As befitting the times, ORG was accompanied by a manifesto that spoke of “coSmunism, a cosmic communism for a cinema cosmic, delirious and working class”. In short, a film full of contradictions, the delirious, free and egotistical work of a realist director who had until then espoused cinema as a social tool and now encouraged viewers to leave the cinema if they did not like the film, because, in this case at least, the audience was not important.
ORG remains a strange object to this day, yet it is still a testament to its time. It feels like a science fiction B-movie starring Guy Debord, at once incorporating the standard assumptions of the time while also being a staggering expression of freedom. After all these years, ORG remains a mystery about which so much more can be said and written, a mystery full of contradictions relating to film history and, to an even greater extent, to its own director’s films and ideals. How many films can you say the same thing about?
“Hay obras que ganan cuando no son entendidas.” – Simon Leys
La figura de Fernando Birri es bastante conocida, incluso a veces, más que su filmografía. Fue fundador de importantes escuelas de cine en Argentina y Cuba y tras realizar sus estudios en Italia produjo films que marcaron una época, como “Tire dié” (1960) y “Los inundados” (1962). Y si bien el éxito de su obra posterior nunca estuvo a la altura de la de sus inicios, su nombre continuó asociado al llamado “Nuevo Cine Latinoamericano”. Esto es algo que suele ocurrir a no pocos directores en la historia del cine, el hecho de que ciertos títulos exitosos invisibilicen al resto de su filmografía. Sin embargo ORG (título que hoy remite a dominios de internet, pero que originalmente aludía a las palabras órgano, orgasmo y orgía) es algo más que una película olvidada. Es una película que, incluso, parece exceder la obra más célebre de su autor y quizás hasta sus ideas sobre el cine. En palabras del mismo Birri: “es la única película en mi filmografía que yo he hecho para mí mismo”.
La sinopsis del filme, una muy particular adaptación de “Las cabezas trocadas” de Thomas Mann, demuestra el delirio de su historia (desafío a los espectadores: tratar de seguir esa línea narrativa), pero esto es solamente una especie de guía para todos los otros, muchos, excesivos, ingredientes que conforman ORG.
“Algunos años después de la explosión del hongo atómico, el negro Grr ayuda a su amigo el blanco Zohoom a conquistar a su amada Shuick; hay una triangulación. Tiempo después Zohoom, celoso, interroga a una vieja sibila electrónica sobre su mujer y el amigo, obtiene la confirmación de su sospecha y, desesperado, se corta la cabeza. Grr – el amigo, el negro –, al encontrarlo muerto, se mata también. La mujer – Shuick –, al descubrirlos, trata de lanzarse por un precipicio, pero la detiene la sibila electrónica, que le concede devolver la vida a los dos amigos. Resucitan – los hace resucitar Shuick –, mas las cabezas han sido cambiadas, trocadas (paréntesis: ¿por equivocación o no?), y nace una disputa entre los dos cuerpos para decidir con quién irá ahora la mujer: ¿el hombre es su cabeza o su sexo? Este es un poco el interrogante que deja abierta la película”.
ORG por otra parte, cuenta con una serie de detalles más que cautivantes: su realización comenzó en el año 1968 (no es esta una casualidad) y se extendió durante diez años, ocho meses y catorce días. Su productor y protagonista es Terence Hill (famoso por su personaje Trinity, a quien interpretó en decenas de spaghetti-westerns). En su ficha técnica se encuentran seis directores de fotografía (entre ellos algunos ignotos y otros célebres como Ugo Piccone y Mario Vulpiani). Está dedicada a tres nombres que suman pistas y, a la vez, agregan confusión: Georges Melies, Wilhelm Reich y Ernesto “Che” Guevara. Entre sus imágenes se encuentran materiales de archivo con las presencias de Jean-Luc Godard, Herbert Marcuse, Jonas Mekas, Glauber Rocha y Roberto Rossellini.
Pero a pesar de que todo pueda parecer un delirio sin sentido, las motivaciones de Fernando Birri eran muy concretas, lograr un estado de libertad absoluta, hacer todo lo que le habían dicho que no se podía hacer, una película tan libre de todo, que hasta podía ser proyectada con sus rollos en diferentes órdenes (una idea y una forma narrativa proveniente de la novela “Rayuala” de Julio Cortazar) y en la cual la audiencia se podría retirar a fumar o al baño para luego volver y retomar la experiencia. Un film de ficción experimental, con ideas absolutamente originales sobre el uso del sonido, la fotografía y la creencia de que la locura y el rigor podían ir de la mano, y el desafío absoluto de ir en contra de todas las formas establecidas de rodaje y montaje. Como correspondía a la época, ORG fue acompañada por un manifestó en donde se hablaba del “coSmunismo, un comunismo cósmico, para un cine cósmico, delirante y lumpen”. En síntesis, una película llena de contradicciones, la obra delirante, libre y egoísta de un director realista que hasta ese momento había reclamado al cine como una herramienta social y ahora alentaba a los espectadores a abandonar la sala en el caso de que la película no les gustara, ya que, al menos por esta vez, la audiencia no era importante.
ORGpermanece hoy como un objeto extraño y, a la vez, como un documento de la época. Una obra que parece la cruza entre un film de ciencia ficción clase B con Guy Debord, un encuentro entre las premisas de la época y una libertad asombrosa. Después de todos estos años, ORGsigue siendo un misterio sobre el que todavía queda mucho por decir y escribir, un misterio lleno de contradicciones dentro de la historia del cine y, más aun, de la filmografía e ideales de su propio director. ¿De cuántas películas se podría decir lo mismo?